En medio de la concentración extrema, la competitividad exacerbada y las presiones que demanda el superprofesionalismo, el tenis encuentra momentos de distensión y que pueden generar una sonrisa tanto en los protagonistas como en el público. Un claro ejemplo es lo que pasó este viernes en uno de los encuentros de la segunda rueda del Masters 1000 de Madrid, entre Andrey Rublev y Stan Wawrinka, en el estadio Manolo Santana. Una situación que generó carcajadas y que no suele verse dentro de los courts.